VISTO:
El 11 de setiembre se cumplen 34 años del golpe de estado militar ocurrido en
el hermano país de Chile, que costara la vida de su Presidente constitucional,
el queridísimo Salvador Allende.
CONSIDERANDO:
Que Salvador Allende fue el presidente que intentó instaurar el socialismo en
Chile por la vía democrática, gobernando con un respeto irrestricto a la
Constitución de la República y sus leyes. Allende gobernó mil días y durante su
mandato el país vivió la más alta expresión de democracia en su historia,
donde la participación fue fundamental para el desarrollo de la soberanía
popular.
Que antes de cumplir 30 años, fue elegido diputado por Valparaíso y Quillota.
Participó activamente en la fundación del Frente Popular y fue nombrado
Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social en el Gobierno de Pedro
Aguirre Cerda.
Que en 1945 fue elegido senador y se mantuvo en este cargo hasta 1970.
Cuatro veces fue candidato a la Presidencia de la República, representando a
una alianza cuya base la conformaban los partidos socialista y comunista:
1952, 1958, 1964 y 1970. Triunfó en su cuarta postulación y accedió a la
primera magistratura apoyado por una agrupación de partidos de izquierda, la
Unidad Popular. Por primera vez en la historia, y causando expectación en el
mundo entero, un político socialista y marxista llegaba al gobierno a través de
la votación popular.
Que el gobierno de Salvador Allende inició, entonces, una experiencia difícil y
única: llevar al país a transitar por una vía democrática hacia el socialismo.
Allende, junto a un grupo importante de sus seguidores, estaba convencido de
que el socialismo podía construirse sobre la base de las tradiciones
democráticas chilenas. En este sentido, fue significativo que una de las pocas
leyes aprobadas en el parlamento fue la nacionalización de la gran minería del
cobre.
Que sin embargo, la naturaleza radical del programa de gobierno despertó una
frontal oposición, tanto en el interior del país como a nivel internacional. En
medio de un contexto en que aún primaba la política de Guerra Fría, el
gobierno norteamericano decidió utilizar todas las armas necesarias con el
objetivo final de derrocar al gobierno chileno. Durante 1972, diversos gremios
paralizaron sus actividades; entre ellos, la locomoción colectiva y el transporte.
El desabastecimiento de artículos de primera necesidad y los persistentes
rumores de golpe militar, contribuyeron a crear en la población una sensación
colectiva de desgobierno.
Que el 11 de septiembre de 1973, el gobierno de la Unidad Popular fue
derrocado por las Fuerzas Armadas y Carabineros; el Palacio de la Moneda,
donde Allende resistió junto a sus más leales colaboradores, fue bombardeado.
A todos sus cercanos les había advertido que él moriría en el lugar donde lo
había puesto el pueblo: como Presidente de Chile. Desde el Palacio dirigió sus
últimas palabras, que en algunos de sus párrafos expresa:
7:55 A.M.
“Habla el presidente de la República desde el Palacio de la Moneda […] Como
primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los
soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es
la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que
prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En
estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con
su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores,
fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de
trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les
dé el compañero Presidente de la República.”
8:15 A.M.
“Trabajadores de Chile:
Les habla el Presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos
instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la
Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a
Valparaíso para sofocar este intento golpista. […] Tengan la seguridad de que
el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el
Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad
del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de Noviembre
de 1976. “
8:45 A.M.
“Compañeros que me escuchan:
La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan
la mayoría de las Fuerzas Armadas. […] Que lo entiendan aquellos que
quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin
tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que
se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato
que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el
Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra
alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es
hacer cumplir el programa del pueblo. […] El proceso social no va a
desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá
prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.”
9:03 A.M.
“En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que
sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país
hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por
mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que tiene la
dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y
democráticas. […] Este es un momento duro y difícil: es posible que nos
aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La
humanidad avanza para la conquista de una vida mejor. […] Pagaré con mi
vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria.”
9:10 A.M.
“Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a
ustedes. […] Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no
voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad
del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos
entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser
segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se
detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es
nuestra y la hacen los pueblos.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse
arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros
hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se
abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir
una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será
en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que
castigará la felonía, la cobardía y la traición.”
Que Salvador Allende siempre respetó la constitución y este no es un hecho
más. Es la comprobación de la profunda convicción democrática y de que los
medios utilizados van definiendo la condición material de los fines buscados.
Que para nuestro país, este hecho tiene una fundamental importancia ya que
es la antesala de nuestra propia historia. 30 meses después el horror cruzaría
los Andes para unificarnos en una sola y gran dictadura latinoamericana,
digitada desde el gran país del norte americano, en complicidad con los
fascistas locales.
Que por lo tanto, la experiencia chilena es un doble aprendizaje para nuestro
pueblo, ya que demuestra que gobernar y respetar la constitución no son
contradictorios, y que el horror planificado de los 70 no tuvo nada que ver con
la debilidad institucional o el supuesto desorden social en nuestro país, sino
que fue una política definida que iba a aplicarse sin excepción y a cualquier
costo.
Que las últimas palabras de Allende, además de emocionar hasta lo más
profundo a cualquier espíritu sensible, sintetizan la complejidad de ese
momento de inflexión en la historia, es una crónica no solo de las últimas horas
en la vida de un gran hombre, sino que también es la crónica de las últimas
horas, y por muchos años, de la democracia chilena.
Por todo lo expuesto, los concejales y las concejalas abajo firmantes
presentan para su aprobación el siguiente proyecto de:
DECLARACIÓN
Artículo 1: El Concejo Municipal de Rosario rinde su sentido homenaje al
Presidente Constitucional de Chile Salvador Allende, al cumplirse 34 años de
su muerte como consecuencia del golpe de estado fascista del 11 de setiembre
de 1973. Este homenaje es al militante, al pensador, al político, al coraje y a la
grandeza de un hombre que es la inspiración de todo militante por la igualdad y
la justicia.
RESOLUCIÓN
Artículo 2: El Concejo Municipal de Rosario realizará la impresión del último
discurso del Presidente Salvador Allende, transmitido por Radio Magallanes, el
11 de septiembre de 1973, a las 9:10 A.M., desde el Palacio de la Moneda de
Santiago de Chile, para su conocimiento y divulgación.
Artículo 3: Comuníquese con sus considerandos.
Antesalas, 22 de agosto de 2007
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